La movida esta de Leopolo López entregándose a las autoridades venezolanas me parece la noticia más importante de la ya cargada actualidad (léase Ucrania, que también es alucinante). Voy más allá y creo que es un acontecimiento llamado a convertirse en histórico. Este hombre, con su máster en Harvard, apuesta fuerte por entrar por la puerta grande en la política de su país, y en la mundial si le sale bien.
Vemos una imagen del nota:
Se me ocurren unos cuantos comentarios:
Uno es el reflejo mediático. Los que han estado a la altura tengo que reconcer que han sido los de El País. Los de "El Mundo" no sé en qué están pensando; no lo sacaron en portada ni como noticia. Me temo que, a pesar de la marcha de Pedro Jota, el brillante pero temperamental y caprichoso fundador de ese periódico, siguen en su linea arbitraria y manipuladora. ¿En que está pensando un tio tan sensato como Casimiro?
En segundo lugar lo de Harvard. Hay que reconocer a los marxistas su análisis de las revoluciones como cambios en la distribución sociológica del poder. La francesa fue cuando la preeminencia pasó de la economía agrícola a la industrial; de la aristocracia terrateniente a la burguesía acaudalada y emprendedora. ¿Y la rusa? ahí los marxistas, como casi todos los ideólogos, no atinan a aplicarse a sí mismos su propio análisis. La rusa representó el traslado de la preeminencia (del presitigio social) de la producción, del capital en el sentido clásico, al conocimiento. Es la revolución de los intelectuales.
De ahí la debilidad que tantos de ellos han tenido, y tienen, por el comunismo. Y también algunas de sus miserias; volveremos sobre todo esto cuando comentemos la novela de Pandura sobre el asesinato de Trostky (apasionante). Pero el error fundamental se basa en intentar controlar la realidad exclusivamente desde la racionalidad (p.e. dando lugar a que "el fin justifique los medios"...). Ese es el pecado original de la Biblia.
Bueno, todo esto es un adelanto de próximas entradas que se me ha escapado... En lo que se refiere a nuestro personaje, Leopoldo López, es para constar que, encima, el tío forma parte de la más alta aristocracia de nuestro sistema de valores: máster en Harvard, y todo eso. Se lo tiene bien currado el colega.
Ya digo: ojo a este menda.
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