Una historia se convierte en leyenda cuando transmite algo que atañe a un numero suficiente de gente, cuando mucha gente siente, al contarla , conscientemente o no, que está contando algo que le atañe. Veamos la visión de una de las personas con más talento que han pasado por nuestro planeta: el cineasta Orson Welles, cuyos restos por cierto descansan muy discretamente en nuestro país, . Una película preciosa, creo que rodada para la televisión, y creo que una de las últimas del gran Orson: “Una historia inmortal”.
Transcurre en el Macao de principios de S XX; ambiente colonial, oscuro, opresor... el lejano oriente. Orson interpreta su papel favorito, trasunto de aquel Kane desdichado, ahogado en su propia fortuna y en su propio poder. Comerciante, riquísimo, poderosísimo, solitario, insoportable... Su taciturno secretario le dice, en un raro momento de acercamiento, que en realidad no ha vivido, y como prueba le señala que no es capaz de contar siquiera una historia . Tras unos compases de dolorosa perplejidad Orson le dice que sí sabe una historia: se trata de un marinero que, superviviente de un naufragio, vaga en un puerto lejano. Entonces se le acerca un criado de un señor local y le propone que vaya a su casa para concebir un hijo con la joven esposa de su amo, un hombre viejo y rico, que pronto va a morir sin descendencia. No recuerdo si hay algún final en la leyenda. El caso es que al oírla el secretario sonríe condescendiente: “¡Esas es una historia que cuentan todos los marineros del mundo!”. El chasco del viejo Orson es patente, y tras otro momento de sorda rabia reacciona, como no podía ser menos en él, diciendo: “¡Yo haré que esa historia sea verdad!” ... y lo hace. Y lo que hace y lo que sucede es el cuerpo de esta sombría película.
Transcurre en el Macao de principios de S XX; ambiente colonial, oscuro, opresor... el lejano oriente. Orson interpreta su papel favorito, trasunto de aquel Kane desdichado, ahogado en su propia fortuna y en su propio poder. Comerciante, riquísimo, poderosísimo, solitario, insoportable... Su taciturno secretario le dice, en un raro momento de acercamiento, que en realidad no ha vivido, y como prueba le señala que no es capaz de contar siquiera una historia . Tras unos compases de dolorosa perplejidad Orson le dice que sí sabe una historia: se trata de un marinero que, superviviente de un naufragio, vaga en un puerto lejano. Entonces se le acerca un criado de un señor local y le propone que vaya a su casa para concebir un hijo con la joven esposa de su amo, un hombre viejo y rico, que pronto va a morir sin descendencia. No recuerdo si hay algún final en la leyenda. El caso es que al oírla el secretario sonríe condescendiente: “¡Esas es una historia que cuentan todos los marineros del mundo!”. El chasco del viejo Orson es patente, y tras otro momento de sorda rabia reacciona, como no podía ser menos en él, diciendo: “¡Yo haré que esa historia sea verdad!” ... y lo hace. Y lo que hace y lo que sucede es el cuerpo de esta sombría película.
Tras el desenlace fatal que es de preveer el mismo secretario se tira el pegote de que ya sabía que la cosa iba a acabar así... y viene a decir algo así como que "semejante chute de poder", nada menos que haber hecho realidad una leyenda, iba a ser demasiado para el siniestro viejo. La historia inmortal se ha convertido, literalmente, en mortal. Podríamos decir en términos actuales, que el viejo es víctima de una sobredosis. Pero se me ocurre una matización en términos de Jung. Digamos que una leyenda es la manifestación de un arquetipo que acaba de nacer. Los arquetipos son tales por el poder de atracción que tienen para la mente humana. Identificarse con ellos, cosa bastante corriente en las tramas de poder humanas, da mucho poder... pero el arquetipo acaba con tu vida... o la absorve. Al igual que las drogas, lanzan tu vida a otra dimensión de la realidad, y al hacerlo dejas de vivirla para que sea vivida por ese poder ajeno y trascendente.
Arquetipos: ese es un concepto interesante. volveremos sobre ello.
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