lunes, 9 de abril de 2012

HEDDA GABLER, de Ibsen.

HEDDA GABLER

Han estado representando en el teatro de La Abadía, de Madrid, una versión en castellano del “Hedda Gabler” de Ibsen. Solo un comentario sobre el personaje. Me llama la atención que las críticas, incluído el comentario del propio director de la obra en el díptico que proporcionan, vayan en una línea de cierta simpatía con la moza en cuestión en términos tipo: “Una mujer atrapada en una red de circunstancias sociales, y que no quiere ser lo que se espera de ella”.

Para ir al grano: a mi me parece que lo que Ibsen retrata es una mujer más mala que la tiña. Pero mala mala. Por si hubiera alguna duda, la obra empieza con un “viaje” que le mete a la tia de su marido, un personaje ingenuo e inofensivo, por la cara, por el puro gusto de chincharla donde le duele. Cuando su marido se lo reprocha dice algo así como: “Es que a veces no me puedo contener”.

No voy a destripar la obra con la relación de “travesuras” del angelito, aunque tienta. Sí se puede intentar un comentario “profesional”, que también tienta. Vaya por delante que se trata de una personalidad muy estereotipada, y que rasgos tan acentuados y “puros” es difícil encontrarlos en la vida real. Pero para eso está el teatro, para plasmar “arquetipos”. ¿Y qué arquetipo representa la buena de Hedda? Pues yo creo que el de la persona manipuladora. La persona capaz de lo que sea con tal de salirse con la suya. Fíjense en la frase que pronuncia antes del desenlace: su motivación final no es la evidencia de de todo el mal que ha desatado, ni la falsedad de la vida a que se ve abocada. Lo que no puede soportar es haber quedado a merced de otra persona; ser "su esclava" (SIC, creo).

Psicológicamente enseguida pensamos en trastornos de personalidad, y el que viene primero a la mente es el de la famosa Sociopatía (antes Psicopatía), o Personalidad Antisocial: seres sin sentimientos que solo viven para su propio interés. Pero eso es demasiado fácil. La Sociopatía se engloba en un conjunto de trastornos alrededor de la también famosa (y cada vez más) Personalidad Límite. Son los trastornos de la Personalidad de tipo B: Narcisistas, Histriónicos, Antisociales y Límites. ¿Qué es lo que tienen en común?

Lo que tienen en común, que es precisamente la verdadera esencia de los “Límites”, es que son personas a las que les puede el momento. Gente que en un momento dado solo piensan en lo que en ese momento quieren hacer, y no piensan, no “sienten” las consecuencias futuras, que es lo que continuamente nos traba al resto del personal. Este tratorno ilustra como ninguna otra cosa las limitaciones de las filosofías del tipo “Fluir”. Nadie fluye como ellos; de hecho es lo único que hacen.

Claro, como todo su poder de procesamiento, su poderío psicológico, se concentra en el aquí y ahora, resultan con frecuencia poderosos y seductores. Los más característicos son los narcisistas, capaces de hacer y decir lo que sea con tal de quedar “por encima” de los demás. Personalidad esta muy frecuente en los cuadros directivos de todo tipo de empresas e instituciones: Es una personalidad socialmente muy útil, sobre todo porque están muy seguros de sí mismos, cosa indispiensable en un buen jefe, y porque se defienden muy bien de la depresión. Se puede entender este trastorno como una adicción al poder.

Los histriónicos, también capaces de lo que sea, con tal de estar “en el medio”. Y los sociópatas, cuya presencia en este grupo es la más precaria, porque implica un déficit de moralidad, pero que sería el que nos afecta con nuestro pesonaje, y tampoco me quiero enrrollar más.

Yo creo que esas críticas se van por lo políticamente correcto, encuadrando a Ibsen como un autor feminista; es famoso el portazo que la “Nora” de “Casa de muñecas” le da a su marido. Pero creo recordar que Nora es una mujer sensible y cabal, de cuyas tribulaciones no se entera un marido tosco y machista. Tengo la impresión de que a Ibsen le sobrevino un impulso compensador, y nos retrató a una mujer que es un verdadero bicho.

No voy a negar ahora que la nuestra es una cultura machista; y que provoca mucho sufrimiento y humillación a muchas mujeres. Y que eso sea una cosa a cambiar. ¡Por supùesto! Pero luego, bajando al detalle, eso no quiere decir que todas las mujeres sean unas santitas indefensas. Esta es una matización que he escuchado muchas veces en boca de mujeres, especialmente entre mis colegas: Hay mujeres de armas tomar, ¡vaya si la hay! Las propias mujeres lo saben mejor que nadie. Y una de ellas, pero que muy de armas tomar, es la que retrata Ibsen en esta obra.

2 comentarios:

  1. Es curioso; las cárceles están plagaditas de hombres, los hombres abusan de los niños sexualmente, hacen las guerras, controlan la prostitución y el narcotráfico... unos angelitos, vamos. Pero esos hombres tienen unas madres, en muchos casos, que se han preocupado de que sus hijos fueran muy hombres o, simplemente, se han despreocupado de su educación por negligencia, pereza o por cualquier otra cuestión.
    Parece como si el hombre manifestara la agresividad de forma mucho más arrolladora que la mujer, pero la esencia del mal, diría que es la misma en los hombres que en las mujeres.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto: el mal no tiene nada que ver con el género, ni con la ideología, ni con la edad, ni siquiera con la religión… Lo que pasa es que determinadas circunstancias lo hacen especialmente nefasto, incluso devastador: Por ejemplo el daño que puede hacer una persona mala en una situación de mucho poder.

      Y también es cierto lo de los hombres, que puede entenderse como una de las tales situaciones: la manifestación física del mal, la violencia, el maltrato, parece bastante exclusiva de los hombres.

      Por otra parte, creo que es un tema bastante “arquetípico”, y como tal te puede absorber; es decir, es sumamente adictivo. Creo que darle vueltas, aunque sea para combatirlo, en definitiva es alimentarlo. Es alimentar nuestra rabia. Lo mejor, como dicen los chinos (“I Ching”, exagrama 43) Es pasar del tema cuanto antes, y sencillamente esforzarse en el bien.

      Eliminar