Vuelvo sobre el libro de Dodds (1) sobre la crisis que en el siglo III asoló al Imperio Romano , afectando lo mismo a Cristianos que a Paganos. Ya le dediqué una entrada (2) en la que comentaba la sorpresa que me produjo saber que lo de "poner la otra mejilla" no era un precepto original de los cristianos. Ahora quiero comentar otra curiosa historia de aquellos entonces.
Decía en esa entrada que: "la crisis se manifestaba en actitudes y sentimientos extraordinariamente depresivos, pesimistas, incluso autolesivos, tanto entre los paganos como entre los cristianos" Una de las ideas que compartían las muchas corrientes gnósticas era la consideración del mundo material, incluído el hombre, como una especie de cagada del universo, respecto a la cual lo mejor que se podía hacer era dejarla extinguir. Muy acorde con ese pesimismo que decíamos.
¿No les es familiar?. Parece que en todas las épocas ha habido movimientos que predicaban una sustancial maldad de la humanidad, una maldad difícilmente remediable que acabará llevándola al desastre. Sean mesianismos medievales, o ecologismos contemporáneos, parece que la humanidad siempre ha tenido en el fondo de su alma una especie de culpa de ser algo inadecuado en la superficie del planeta.
En el caso de los gnósticos eso tomó la forma de una doctrina muy sofisticada y fascinante que veía la Divinidad como una serie de emanaciones sucesivamente más degradadas, a medida que se iban mezclando con el mal. Eran maniqueístas. las últimas emanaciones constituían la misma humanidad, con mucho de mal, y poco de divino. La manera de afrontar esa situación era mediante una especie de "iluminación" intelectual, que sólo les era dada a unos pocos elegidos (al parecer muy carismáticos).
Pues bien. estas sectas fueron declaradas heréticas por la Iglesia de Roma. Fueron más o menos erradicadas, y se fueron trasladando hacia oriente, perviviendo de una u otra forma en el imperio Bizantino y en la Europa Oriental. Quinientos años después algunos de esos movimientos, ya evolucionados, enviaron misioneros hacia occidente. Consiguieron cierto éxito en el sur de Francia: es lo que conocemos como los Cátaros.
La iglesia, ya entonces el metapoder más importante de la Europa Occidental, con manifestación política y militar explícita, intentó primero convencerlos por las buenas. Como no hubo manera, decretó una cruzada contra ellos, a la que se sumaron con entusiasmo una buena parte de la nobleza francesa, ávida de las recompensas concomitantes. Abundan los horrores en aquella cruzada brutal. Solamente uno de ellos para acabar: el episodio del "Pla dels cremats". Trescientos (en algunos sitios dicen doscientos) cátaros aprisionados en su último bastión, el castillo de Montsegur, fueron condenados a la hoguera; no hizo falta atarlos ni empujarlos, ellos mismos se arrojaron a ella por su propio pie.
Muy populares entre los movimientos milenaristas contemporáneos (ahora llamados "new age") no está de más recordar que aquellos austeros y carismáticos cátaros predicaban entre otras cosas la renuncia total a las relaciones sexuales, de cara a la mencionada autoextinción de la humanidad.
(1) E.R. DODDS: "Cristianos y Paganos en una época de angustia"
(2) "Crisis, Platón y Cristianismo" (20/09/12)
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