Blog de Paco Derqui: La infinita complejidad de la realidad es como un fractal muldimiensional, un fractal de fractales, o propiamente ¡un METAFRACTAL!
jueves, 16 de julio de 2015
Señores: ¡Viva el Rey!
Hace cuatro años me preguntaba ¿Se puede ser monarquico en los tiempos que corren? ¿Tiene algún sentido una institución tan aparentemente irracional en nuestros tiempos? Mi respuesta entonces fue que sí, se puede monárquico, incluso en los tiempos que corren; y sobre el como y el porqué de tal opción ideológica es sobre lo que voy a rehacer este lance, esta entrada renovada, en homenaje al nuevo rey.
Para empezar un indicio: resulta interesante que muchos de los países sociológicamente más evolucionados del mundo sean monarquías: Holanda, Inglaterra, casi toda Escandinavia....¡y sin olvidar a los nipones, que esos no rey, sino emperador es lo que tienen ! (con un par de ...narices). Ciertamente hay otro montón de paises estupendos que son repúblicas, probablemente mayoría, encabezados por los USA y Francia, cuya preeminencia cultural y política está fuera de toda duda. De hecho parece que la república el sistema de gobierno "lógico" en nuestra cultura racional y científica. ¿Entonces hay que pensar que la gente de todas esas monárquías son tontos o están un poco locos? No parece una conclusión sensata sobre los países mencionados, así que de nuevo nos preguntamos ¿Porqué sigue habiendo monarquías? ¿Qué saca la gente de esa institución? O directamente: ¿Para qué sirve un rey?
La clave de este asunto, a mi entender, tiene que ver con las identidades colectivas, que es un asunto con fundamento emocional. (Véase aqui mismo el artículo "Job, de Jung") Todo el personal comprende que para gestionar un país, o lo que sea, hacen falta tíos preparadísimos, con muchas carreras, másteres, y supongo que también bastante mala leche. Un personal que será lo que sea, menos entrañable. Y en cualquier caso con una presencia siempre precaria: como máximo 8 años. Un verdadero coñazo inevitable para que las cosas funcionen. Pero para la delicada emotividad, ¡tan vulnerable!, que fundamenta nuestras identidades, hace falta alguien con el que identificarse. Un tio que esté ahí como queremos estar todos en nuestro ser: porque sí. ¡Alguien al que querer! ...y que esté con una estabilidad razonable.
Esa es la función de un rey; nada menos. Un vértice emocional del sistema social... Y que esa persona que esté ahí, no porque sea superinteligentisimo, ni porque tenga más ...narices que nadie, sino por ser él quien es, como yo me quiero a mi mismo, por ser yo quien soy . Un rey sirve para personificar nuestra identidad colectiva, de forma que aúne la corriente emocional que constituye esa identidad, y que tenga más permanencia que el acribillante decenio que se les concede a los gobernantes reales (que no Reales).
Visto así ¡Resulta que el rey es el verdadero representante del pueblo! Si, del pueblo llano, eso he dicho. Y ante él, que no tiene ningún poder real (como el pueblo) rinden pleitesía los verdaderos gobernantes del estado, esos con tantos estudios y tan competentes. El rey, como el pueblo, no tiene ningún poder real, pero es el depositario del verdadero poder Real.
Visto así, me gusta mi rey. Ya quería al anterior, aunque me disgustara alguna de sus "salidas". Pero este me gusta más; le veo tranquilo, serio y cabal. Un buen tío; o más castizamente "un tío cojonudo". En eso soy monárquico. Me facilita el que le quiera, y le quiero con la sencilla espontaneidad de mi ser español. Porque tiene en abundancia la unica cualidad que se le pide a cualquier persona, a un amigo, a un pariente... y a un rey : la de ser buena gente; la de ser "un buen tío". Y por eso me complace que, frente a un cuerpo político del que la mayoría de las veces no sé que pensar, sencillamente porque no entiendo nada de los problemas que les ocupan, se sitúe mi rey, una persona entrañable, en la que confío y a la que conozco como a un viejo pariente repleto de dignidad, al que además hemos visto crecer. Y aunque su poder frente a ellos sea puramente simbólico (¡como si eso fuera poco!), a fe que mola verles inclinar respetuosamente la cabeza ante el rey, el rey de todos, nuestro rey... MI rey.
Y por eso afirmo que sí, se puede ser monárquico, incluso en los tiempos que corren. Y no solo se puede, sino que además es una opción llena de sabiduría. Y consecuente con ello, y dado el cuestionamiento más o menos explícito al que son sometidos, ellos y cuanto les quieren, no puedo menos que acabar con un explícito y castizo:
¡Viva el Rey!
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