jueves, 18 de julio de 2013

¿Quitar a Rajoy para poner a quien?

    No es por tirarme el pegote, pero parece que los acentecimientos van dando razón a mis reflexiones en la anterior entrada. Por lo demás eran bastante de cajón. El propio Rubalcaba, a quien tengo por uno de los mejores políticos de este país, reconocía que la movida no iba a servir para lo que se supone que sirve, cambiar al gobierno o por lo menos a su presidente, pero que podía ser un intrumento eficaz para obligar (¡OBLIGAR!) a Rajoy a venir al parlamento a dar explicaciones.

   Para no hacerlo Rajoy dice que que ya ha dado explicaciones, y que se niega a que su agenda se la marque un delincuente. Conviene que no insista en esto último, porque como muy bien le señaló Rubalcaba, "¡Es que ese delincuente era SU deñioncuente!". En todo caso creo que los comentaristas se rasgan demasiado las vestiduras (más de uno acabará en pelotas) porque el presidente se atrinchere en su mayoría absoluta para hacer lo que le da la gana y no hacer caso de rivales y periodistas.

   Quiero creer que está concentrado en la recuperación económica, y que no quiere dedicar ni media neurona a ese asunto, sabiendo que estará en una posición mucho mejor si efectivamente los parámetros econòmicos empiezan a mejorar. Pero, claro, de ahí a argumentar que no conviene airear este asunto porque es malo para la recuperación económica... ciertamente que es un factor que tácitamente flota en el ambiente, y creo, como psicólogo, que influye sobre la finalmente bastante desinflada indignación de la oposición... Pero hay cosas que, aunque sean evidentes, nunca pueden decirse explícitamente.

   He ahí una muestra más del delicado equiligrio entre la racionalidad humana (individual y colectiva) y su  inestable emotividad en el que, aunque dirija la primera, o lo intente, la última palabra las tiene siempre la última.

    Total: que creo que el Presi hace bastante bien en jugar a los silencios, de los que dice mi admirado proverbio que uno es dueño, mientras es aprisionado por las palabras. Eso sí, me encantaría que hiciera una declaración con un comnpleto mea culpa, reconociendo los errores cometidos, los muchísmos "listos" que se le cuelan, como a todo partido grande, y reafirmado su voluntad de fulminarlos en cuanto se les detecta. Y pidiendo disculpas. Tal vez lo haga si se afianza la recuperación; ahí mi Esperanza... y mis Dolores ¡y mi Soraya!. (¡Menudo gineceo se gasta el PP!, solo por ello ya tiene unos cuantos puntos Mariano)

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