jueves, 5 de enero de 2012

¡Como si todo eso tuviera alguna importancia!

   ¡Como si todo eso tuviera alguna importancia!

   Desolados nos hundimos una y otra vez en la desesperación y la rabia. Porque me va mal en el trabajo; porque prosperan otros con menos méritos; porque mi chica no me quiere, porque no soy, porque no tengo, porque no consigo....

   Una vez leí que los musulmanes creen que a los mendigos se les debe respetar y proteger, porque nos dan la ocasión de hacer una obra buena. Estoy seguro de que hay algo más: Su mera presencia es una bofetada de realidad. Todos los días paso por una esquina donde hay dos o tres. Uno de ellos en un paralítico que se pone siempre con su silla y un perrito que parece muy obediente. Pide con muy buen humor, bromeando con la gente. Al verlo uno piensa, si este tío supiera de los problemas que me agobian, se le partiría la mandíbula de la risa...

   Jodidos porque siempre perdemos todos los partidos, asistimos desolados a la última paliza, que nos afirma como últimos del campeonato. Entonces veo al niño paralítico y pienso, ¿cómo se sentirá él? ¿cómo me sentiría yo?  Pues sentiría que sería maravilloso que un milagro me permitiera correr y jugar al fútbol  con otros muchachos... y que si así fuera, ¡que poco me importaría que fuera para ganar o perder!

   Van a tener razón los budistas: lo que nos hace infelices son las cosas que encadenan. Y me acuerdo de la frase final de Muldoon (aquí al lado, en "el corazón del conflicto") : "la sabiduría crece en tu alma no por lo que adquieres, sino por aquello a lo que renuncias "

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