Los festejos del fin del estado de alarma, en la madrugada del domingo-9 al lunes-10 pasados han sido motivo de escándalo y consternación. Entre las entrevistas que se oyeron hubo una que me llamó la atención: Con el jolgorio como ruido de fondo, un joven declaraba, con voz pausada y bien articulada, que él no estaba de acuerdo con todo aquello, e incluso anticipaba las posibles funestas consecuencias que podía tener con respecto a la pandemia. Y luego añadía, escogiendo cuidadosamente sus palabras: "Pero estoy aquí porque se me permite".
¿Cómo interpretar esa pintoresca declaración?. ¿Está haciendo cómplices a las instituciones de su irresponsabilidad? Recuerda aquellos conflictos morales de grandes santos cristianos, como Pablo de Tarso, o Agustín de Hipona: "Yo sé lo que está bien, y quiero portarme bien, pero acabo portándome mal".
En lo que a mi me interesa todos revelan la peculiar diversidad disociativa que caracteriza la identidad humana, incluso en cuestiones de moral. En el caso de nuestro joven, es de ver cómo gestiona y asume esa disociación, convirtiéndola en una crítica institucional. Como si dijera: "Sé que estoy portándome mal, pero no lo haría si las autoridades cumplieran con su deber y me lo impidieran".
No hay comentarios:
Publicar un comentario