Una película: "Sabrás qué hacer conmigo", producción mexicana, donde transcurre la acción. Su directora: Katina Medina Mora, quédense con ese nombre, una mujer con talento, me mojo. Y la protagonista, Ilse Salas; otro hallazgo, un pedazo de actriz. El otro protagonista, Pablo Derqui, ya es un viejo conocido nuestro. El titulo proviene de una cita de "el largo adiós" de Chandler: "podrás encontrarme cuando sepas qué hacer conmigo". Es una historia de amor. Nicolás e Isabel.
Como la vida misma, que Nicolás señala a sus alumnos, apenas tenemos que conformarnos con señalar este o aquel aspecto que se nos ha revelado de la vertiginosa complejidad de cualquier aspecto de la realidad, hasta el más trivial. Y gracias. A mí me ha gustado que la directora divide la película en tres partes: En las dos primeras describe el encuentro, primero tal como lo vive él, y después tal como lo vive ella. Se titulan así: "Nicolás", "Isabel". Y luego hay una tercera parte titulada "Nicolás e Isabel" Muy acorde con una de las constantes de la terapia de pareja, lo siento. La pareja funciona cuando ha surgido una verdadera identidad conjunta: ya no es ella, ya no es él; son ellos. Ya no dicen "yo" "tu", dicen "nosotros"
Es divertida la distinta versión de los hechos de él y de ella, sobre todo de la circunstancia que lleva a Isabel a la exposición de Nicolás. Me ha recordado a Alice Munro (le dedico un par de entradas por ahí). Un pequeño, divertido, toque feminista a la presunción del macho alfa. Decía entonces que, para Munro, parece que los tíos se dividen en dos: los gilipollas presuntuosos, y los simplemente gilipollas. El detalle desolador es que que las tías, incluso dándose cuenta de ello, se enamoran irremisiblemente de los primeros.
Katina es más suave; tiene menos mala leche, y esa es una virtud de la película. Esa asimetría entre mundos (identidades) femeninas y masculinas, queda señalada en la controversia inicial sobre el duelo que tienen los protagonistas. Sale mucho mejor parada ella, y él, que se da cuenta, en ese momento se enamora irremisiblemente de ella.
Luego, inevitablemente, se ven el culo (la expresión es mía). Cada uno tiene sus marrones. La reacción de él es salir corriendo, por pudor, pero ella, de nuevo ella, es la que dice "quédate, y ya apechugaremos cada uno con los demonios del otro". Eso es amor. Y se queda. Y apechugan, ahí Katrina redime a Pablo, perdón, Nicolás, que efectivamente asume los marrones de Isabel, como ella ha asumido los de él... Y no os cuento el final.
Una delicia de película. No se la pierdan.
Blog de Paco Derqui: La infinita complejidad de la realidad es como un fractal muldimiensional, un fractal de fractales, o propiamente ¡un METAFRACTAL!
viernes, 21 de octubre de 2016
lunes, 17 de octubre de 2016
Vitriolico Federico vs Podemos
El vitriólico, y con frecuencia excesivo, Federico J. Losantos se ha despachado a gusto, hoy en su columna de el mundo (17/10/2016), sobre la ínfulas populistas de Podemos, que apenas ocultan su desdeñoso sentido, casi aristocrático, de superioridad intelectual-académica. Que queréis que os diga, me ha parecido muy ingenioso; sobre todo la traca final:
Lo
intolerable es que quieran reimplantar el término plebeyo,
inseparable del despotismo: "Podemos debe mantener su carácter de
fuerza plebeya", dice Montero.
Sólo un señorito universitario puede despreciar los siglos de lucha por la
igualdad y la libertad, el concepto de ciudadano que abolió el de plebeyo, impuesto, naturalmente, por el noble. En España, el pueblo llano siempre negó la
inferioridad de los pobres, por ser criaturas "a imagen y semejanza de
Dios". El castizo "nadie es más que nadie" alimenta la envidia
del pobre de espíritu, pero la gente de corazón noble y alma rica hizo suya esa
epopeya moral de la igualdad titulada Fuenteovejuna. Es la
raíz de la Constitución de Cádiz y de la soberanía popular como fuente de
legitimidad política.
Los
podemitas, cipayos de la casta
feudal separatista para liquidar la soberanía nacional
española, se dicen plebeyos para aplebeyarnos y dominarnos. Jamás, jamás,
jamás.
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