Hay factores que distorsionan el impacto social de todas las ideologías rupturistas, entendiendo por tales aquellas que están por cambiar el estutus quo de la situación presente, porque lo consideran pernicioso, y en las que podemos incluir, a grandes rasgos, a los partidos nacionalistas y a los de izquierdas. Voy a ocuparme de un par de ellas que son básicamente de orden psicológico.
En primer lugar el fenómeno que he dado en llamar "modelo de la rata pringada". Las frustraciones hacen que la gente sienta necesidad de agredir a alguien, ¿y qué mejor que el poder constituído?. Sobran mayores explicaciones, sobre todo porque ya he dedicado una entrada al tema.
Y en la misma linea psicologísta, en segudo lugar está lo que considero una de las obras maestras de Freud: "El malestar en la cultura". Una de las constataciones más formidables del genial creador del psicoanálisis. La idea básica, en términos de Freud, es que cuanto màs avanzada y más sofisticada es una cultura, más exigente es en el control instintivo de los individuos que la componen, siendo los dos principales los instintos ligados a la reprioducción, la líbido, y los ligados a la defensa, la agresión.
De manera que, cuanto más evoluciona una sociedad, aunque los individuos viven objetivamente mejor, cosa que confirman por ejemplo los economistas (en términos generales, cualquier momento de la historia se vive mejor que en cualquiera de los anteriores), lo cierto es que subjetivamente los individuos se sienten peor. Por decirlo gráficamente: los suecos protestan más de su gobierno que los marroquíes.... y piénselo bien ¿es simplemente porque son "más listos"?
Recuerdo que, al menos en lo que se refiere al nacionalismo vasco, son conscientes de esa distorsión. Recuerdo perfectamente un artículo de ese medio (en Eguin, o tal vez uno de aquellos análisis que hacía la propia ETA) antes de que las cosas se encabronaran con el secuestro de Ortega Lara y el asesinato de Miguel Angel Blanco. Un análisis que decía precisamente la necesidad de ser conscientes de que mucho del apoyo social que recibían provenía de gente a la que sencillamente "le iba la marcha". Bastaba pasearse por las calles de Euzkadi en aquellos entonces para constatar el tipo de personal que se apuntaba a las movidas nacionalistas.
Otra anécdota vinculada. No recuerdo bien los detalles (si alguien quiere documentarlo le estaré muy agradecido), pero venía a ser que en ciertas europeas Herri Batasuna se vio obligada a presentarse en todo el territorio español. Ellos mismos se quedaron muy sorprendidos cuando, por ejemplo, en Madrid sacaron algo así como 30.000 votos...
Ni que decirse tiene la incidencia que tiene este fenómeno en movimientos del tipo "Indignados". Estos ni siquieran disimulan, o lo hacen apenas, y es lo que los convierte en un fenómeno que, aunque sociamente puedan alcanzar una cierta relevancia, políticamente sean a la larga casi inofensivos. Es lo que ha ocurrido con el movimiento de Beppe Grillo. En cuanto llegasen a organizarse, pasarían a formar parte del sistema.
Un tema ciertamente interesante. Volveremos sobre ello
Blog de Paco Derqui: La infinita complejidad de la realidad es como un fractal muldimiensional, un fractal de fractales, o propiamente ¡un METAFRACTAL!
domingo, 9 de junio de 2013
REBELDÍA ESPURIA (Cataluña Espanya 14)
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sábado, 8 de junio de 2013
In vino véritas
Hace años leí la frase: "No se puede confiar en alguien que no se emborracha nunca." Ahora, gracias a la mágica potencia de Internet y Google he conseguido dar con el autor, o por lo menos con un autor que dice algo parecido. Se trata de James Crumley, un escirtor americano de novela negra, en una que precisamente está traducida (Un caso equivocado / The Wrong Case (1975)). El párrafo es lo suficientemente explícito por sí mismo:
Puesto que la traducción es mía (con la ayuda de Google), la transcribo sin más:
A lo mejor es para justificarme. Pero este fin de semana estuve en Barcelona, donde me lo pasé estupendamente, ¡Ah Barcelona! y donde entre otras cosas me vi (por separado) con mis dos amigos Jordi y Carlos. Con los dos bebí demasiado (gin tonics, que están de moda) especialmente con el primero, con el que acabamos en "Boadas" cerrando el local, tras abrirnos paso por entre las mesnadas de turistas. Luego no dejé de sentirme un poco mal por aquello de "a mis años, cogiendo una cogorza...!" por eso me consuelo con la sentencia de Crumley. Tampoco a él hay que tomárselo demasiado en serio.
Puesto que la traducción es mía (con la ayuda de Google), la transcribo sin más:
Hijo, nunca confíes
en un hombre que no bebe porque probablemente es una
especie de fariseo, un hombre que siempre cree saber lo que
está bien y lo que está mal. Algunos de ellos
son buenos, pero por Dios que causan la mayoría del
sufrimiento del mundo. Son los jueces, los entrometidos.
E, hijo, nunca confíes en un hombre que bebe pero no
quiere emborracharse. Normalmente tienen miedo de algo que
tienen dentro, en el fondo, ya sea que son cobardes, o tontos,
o malos y violentos. No se puede confiar en u)n
hombre que tiene miedo de sí mismo. Pero hijo, a
veces, sí puedes confiar en un hombre que de vez en cuando tiene que arrodillarse
ante un retrete. Lo más probable es que está
aprendiendo algo sobre la humildad, sobre su natural necedad
humana, y sobre cómo sobrevivir a sí mismo. Es la
leche de difícil que un hombre se tome a sí mismo demasiado
en serio cuando está echando las tripas en
un inodoro sucio.
James
Crumley "Un caso equivocado" (1975)
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